Uno de los aspectos más claros y significativos de las diferenciaciones sociales de clase a finales del siglo XIX-XX ha sido históricamente, sin duda alguna, fielmente reflejado en la arquitectura de nuestros barrios y ciudades.
A finales del siglo XIX, con el desarrollo, auge y esplendor de la revolución industrial y del imperialismo, la sociedad se va a dividir claramente en dos sectores sociales muy diferenciados; la clase burguesa y la clase trabajadora. Además, las clases medias que ya entonces pujaban por vascular entre ambas (históricamente cercanas en mente a la burguesía y en bolsillo a los trabajadores) o el lumpenproletariado no definido y sin conciencia de clase hacían ya su presencia en aquellos momentos.
Estas clases sociales se diferenciaban de los antaño estamentos sociales del antiguo régimen en que, al menos en teoría, la sociedad de clases no era estanca a diferencia de la estamental. En teoría, en la sociedad estamental pertenecías de nacimiento a un estamento y a él pertenecías hasta la muerte. No había movilidad estamental-social apenas. En teoría, eso cambia en la sociedad de clases capitalista, donde la movilidad social y de clase es más abierta.
Como decimos, un reflejo de esta nueva sociedad de clases industrial se ve reflejada en la arquitectura en los llamados barrios obreros-barrios burgueses, o en la arquitectura de los edificios, como eran los grandes palacios o casas de la mediana y gran burguesía, frente a las casas de materiales modestos, de una sola planta o piso y humildes pertenecientes a la clase trabajadora.
Ésta sería lo que etnólogos destacados como Gabriel Arboleda llaman la “arquitectura vernácula”, es decir, estructuras realizadas por constructores sin formación profesional arquitectónica, como la manera más tradicional y fácil de construir viviendas, con materiales comunes, generalmente barro, piedra, o ladrillo barato.
Esta arquitectura vernácula hace justicia a la realidad económico-social en la que se ha movido el pueblo madrileño de San Sebastián de los Reyes hasta bien entrado el siglo XX, es decir, una realidad de jornaleros, agricultores o ganaderos, con oficios rurales que se veían fielmente reflejados en las viviendas, con un alzado de una sola planta, baja, y pocas habitaciones.
En este pueblo, son abundantes los ejemplares de esta arquitectura vernácula en la parte del pueblo que formaba parte de la época en la que se construyeron esas viviendas, desde el siglo XV hasta mediados del siglo XX, es decir, el casco viejo o histórico del pueblo;
-Viviendas situadas en torno a la calle Colmenar Viejo
-Viviendas situadas en torno a la calle Esperanza Abad.
-Viviendas situadas en torno a la calle Gonzalo Izquierdo.
-Viviendas situadas en torno a la calle Hermenegildo Izquierdo.
-Viviendas situadas en torno a la calle Higueras y fuente vieja en Calle Mayor.
-Viviendas situadas en torno a la Plaza de la Fuente.
-Viviendas situadas en torno a la calle Paz.
-Viviendas situadas en torno a las calles Pilar y Ramón Abad.
-Viviendas situadas en torno a las calles San Roque y Victoria.
-Viviendas situadas en la zona de La Zaporra de San Sebastián de los Reyes.
A finales del siglo XIX, con el desarrollo, auge y esplendor de la revolución industrial y del imperialismo, la sociedad se va a dividir claramente en dos sectores sociales muy diferenciados; la clase burguesa y la clase trabajadora. Además, las clases medias que ya entonces pujaban por vascular entre ambas (históricamente cercanas en mente a la burguesía y en bolsillo a los trabajadores) o el lumpenproletariado no definido y sin conciencia de clase hacían ya su presencia en aquellos momentos.
Estas clases sociales se diferenciaban de los antaño estamentos sociales del antiguo régimen en que, al menos en teoría, la sociedad de clases no era estanca a diferencia de la estamental. En teoría, en la sociedad estamental pertenecías de nacimiento a un estamento y a él pertenecías hasta la muerte. No había movilidad estamental-social apenas. En teoría, eso cambia en la sociedad de clases capitalista, donde la movilidad social y de clase es más abierta.
Como decimos, un reflejo de esta nueva sociedad de clases industrial se ve reflejada en la arquitectura en los llamados barrios obreros-barrios burgueses, o en la arquitectura de los edificios, como eran los grandes palacios o casas de la mediana y gran burguesía, frente a las casas de materiales modestos, de una sola planta o piso y humildes pertenecientes a la clase trabajadora.
Ésta sería lo que etnólogos destacados como Gabriel Arboleda llaman la “arquitectura vernácula”, es decir, estructuras realizadas por constructores sin formación profesional arquitectónica, como la manera más tradicional y fácil de construir viviendas, con materiales comunes, generalmente barro, piedra, o ladrillo barato.
Esta arquitectura vernácula hace justicia a la realidad económico-social en la que se ha movido el pueblo madrileño de San Sebastián de los Reyes hasta bien entrado el siglo XX, es decir, una realidad de jornaleros, agricultores o ganaderos, con oficios rurales que se veían fielmente reflejados en las viviendas, con un alzado de una sola planta, baja, y pocas habitaciones.
En este pueblo, son abundantes los ejemplares de esta arquitectura vernácula en la parte del pueblo que formaba parte de la época en la que se construyeron esas viviendas, desde el siglo XV hasta mediados del siglo XX, es decir, el casco viejo o histórico del pueblo;
-Viviendas situadas en torno a la calle Colmenar Viejo
-Viviendas situadas en torno a la calle Esperanza Abad.
-Viviendas situadas en torno a la calle Gonzalo Izquierdo.
-Viviendas situadas en torno a la calle Hermenegildo Izquierdo.
-Viviendas situadas en torno a la calle Higueras y fuente vieja en Calle Mayor.
-Viviendas situadas en torno a la Plaza de la Fuente.
-Viviendas situadas en torno a la calle Paz.
-Viviendas situadas en torno a las calles Pilar y Ramón Abad.
-Viviendas situadas en torno a las calles San Roque y Victoria.
-Viviendas situadas en la zona de La Zaporra de San Sebastián de los Reyes.
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