Los orígenes de esta fiesta, declarada de Interés Turístico desde 1986, son remotos ya que parecen remontarse a la antigüedad romana o incluso, tal vez, a la prehistoria.
Según comenta Julio Caro Baroja en su libro sobre el Carnaval, los jóvenes romanos, disfrazados con pieles de animales y cuernos, corrían detrás de las mujeres simbolizando un intento de reanimar la fertilidad tras el invierno.
En Colmenar Viejo, a pesar de no tener constancia escrita, todo hace suponer que la celebración de La Vaquilla existe ya desde la andadura estable de esta villa, a mediados del siglo XIII.
Aunque la Fiesta de La Vaquilla se celebrará el último sábado de enero, aproximadamente un mes antes, los mozos que participan en ella se reúnen para hacer los preparativos. Tradicionalmente, las madres de los vaquilleros se reúnen para vestir la vaquilla: un armazón de madera con varias costillas, palos forrados en los que se cuelgan pañuelos, y en cuya parte frontal se colocan dos cuernos, en algunos casos, embolados con naranjas y rosquillas.
Todo este armazón se adorna con hermosos mantones de Manila, pañuelos de seda y flores de papel o naturales; y el frente de la vaquilla se engalana con broches, pendientes y colgantes.
Cada vaquilla sale de una vivienda o local y está formada por mayoral, vaquilleros y taleguero. Cada una de ellas realiza un recorrido por diferentes calles de la localidad hasta llegar a la Plaza del Pueblo, donde, de una en una, van exhibiendo su belleza y colorido con un particular baile que simula embestidas a los vaquilleros.
Tras la exhibición, cada vaquilla vuelve a su lugar de salida y allí se simula su muerte con tres tiros de escopeta al aire y se bebe la sangre del animal muerto: una limonada que podrán degustar todos los asistentes al acto.
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